Porque escribí estoy vivo: la escritura literaria de los autores chileno-croatas como una escapatoria ante el desarraigo y la soledad
-El pastor sube a la montaña con sus cabras, El poeta Nazor sube a la torre a pastar palabras. Los veleros surcan la bahía lentos, Las arrugas surcan el rostro del abuelo. El tío asa los peces frescos en las brasas. Mi exilio en Croacia. ANTONIO SKÁRMETA, Bobovišće.
Uno de los rasgos principales del pueblo croata, especialmente de los habitantes de Dalmacia –región que se encuentra en el sur del país, a las orillas del Mar Adriático– ha sido desde siempre la partida y el viaje, y con mucha menos frecuencia el retorno a las tierras natales de estas regiones “del confín del Canal y del confín del océano”, como las describió el poeta croata Vladimir Nazor (1876-1949) en su ensayo Isla sin pan. Claramente, en el texto, Nazor se refería a la época entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, cuando un importante número de jóvenes hombres y mujeres croatas emprendieron su viaje hacia las remotas y desconocidas latitudes sudamericanas. Casi todos oriundos de la costa, en especial de las islas centrales de Dalmacia y en forma particular de la isla de Brač, en sus inicios de la vida de los otros –los inmigrantes– se enfrentaban con los enormes espacios del continente americano, donde tras haber, según cuenta Nicolás Mihovilovic, “traspasado la puerta encantada, cruzando fosas donde bullen víboras venenosas, atravesando precipicios incruzables”1 (Desde lejos para siempre, 1968), con sus propias fuerzas físicas e intelectuales, lograron alcanzar su sueño de una vida mejor.
Porque escribí estoy vivo: la escritura literaria de los autores chileno-croatas como una escapatoria ante el desarraigo y la soledad
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DOI: 10.22533/at.ed.558362310025
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Palavras-chave: -
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Keywords: -
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Abstract:
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- Marta Tomić