En las últimas décadas, la administración educativa ha dejado de concebirse únicamente como una herramienta técnica de organización escolar para convertirse en un eje estratégico de transformación institucional. Esta evolución responde a las crecientes demandas sociales, pedagógicas y políticas que enfrentan los sistemas educativos, especialmente en contextos caracterizados por la inequidad, la desarticulación institucional o la rigidez burocrática (Castro et al., 2017). En este marco, los procesos de dirección, liderazgo, evaluación y gestión curricular no solo deben responder a parámetros de eficiencia y control, sino también a criterios de participación, calidad y pertinencia contextual. Diversas investigaciones señalan que la transformación educativa requiere de una administración activa, reflexiva y articuladora, capaz de impulsar cambios desde dentro de las instituciones. Esto implica no solo rediseñar estructuras organizativas, sino repensar los roles del liderazgo, los enfoques de gestión y las formas de evaluación institucional (Cerdas et al., 2016; Mogollón, 2019). Tal es el caso de experiencias desarrolladas en centros educativos de Perú, Costa Rica, Ecuador y Bolivia, donde se han puesto en práctica modelos alternativos que integran elementos de calidad total, autogestión, sinergia organizacional y liderazgo transformacional. El presente ensayo tiene como objetivo analizar los enfoques, desafíos y propuestas que emergen de diversas experiencias de administración educativa, con el fin de comprender su potencial como estrategia de transformación institucional. A partir de una revisión crítica de estudios académicos, tesis y artículos especializados, se sostiene que la administración educativa puede convertirse en una herramienta transformadora cuando se fundamenta en modelos participativos, con visión contextual y orientación hacia la calidad institucional, superando así las limitaciones impuestas por enfoques burocráticos tradicionales.