La construcción de la infraestructura urbana de China se remonta al fracaso de la Primera Guerra del Opio. Se firmaron los Tratados de Nan Jing y Hu Men, y Guang Zhou, Xia Men, Fu Zhou, Ning Bo y Shang Hai se convirtieron en ciudades plenamente abiertas a los extranjeros a finales de la dinastía Qing. De 1843 a 1845, la superficie total de la concesión británica en Shang Hai alcanzó los 830 acres, pero el agua potable era el problema más grave. Antes de la Guerra del Opio, la dinastía Qing y los chinos desconocían las obras hidráulicas; el agua necesaria para la vida de los residentes solo podía provenir de los ríos, y los porteadores la vendían a los residentes. Las fuentes naturales de agua de los ríos Huang Pu y Su Zhou contienen una gran cantidad de sedimentos, y el agua comprada debe purificarse añadiendo alumbre, esperar a que las impurezas se enfríen y luego calentarse de nuevo antes de beberla. Un proceso de tratamiento tan engorroso y complejo obligó a los comerciantes británicos, que ya contaban con agua potable, a establecer la primera planta de agua potable a pequeña escala en Yang Shu Pu, Shang Hái, en 1875. Aunque utilizaba equipos similares a los de la planta de agua británica, carecía de un sistema de tuberías para la descarga de agua y dependía de camiones cisterna para llevar agua limpia a los hogares. En 1880, se fundó la Compañía de Agua de Shang Hái, de propiedad británica. El 29 de junio, Li Hong Zhang liberó agua, marcando la entrada en funcionamiento oficial de la primera planta de agua moderna de China. Los derechos de franquicia y el sistema de tarifas flotantes de agua generados por esta aparecieron por primera vez en la historia casi moderna de China.