Durante el proceso de evangelización de la Nueva España en el siglo XVI, realizada por las órdenes mendicantes (principalmente los Franciscanos, Dominicos y Agustinos), como estrategia de adoctrinamiento, se emplearon ilustraciones en sargas, y relieves en capillas posas, cruces atriales, portadas de templos, así como grisallas en las paredes de los conventos, en tanto los frailes aprendían las lenguas indígenas, y los naturales, el español. Estos procedimientos fueron fructíferos, induciendo a los indígenas a la aceptación del catolicismo. A finales del siglo XVI, la nueva España estaba prácticamente evangelizada y las imágenes religiosas, pasaban ahora al interior de los templos, plasmados en cuadros, esculturas o relieves, bajo temáticas puntuales o atendiendo a la fe de los recién conversos. En el siglo XVII se erige la capilla del Señor de Tlacolula, Oaxaca, al estilo barroco, con una temática cristológica, referida específicamente a la pasión de Cristo y al martirologio de sus apóstoles y seguidores.